Cuando por fin logras salir de un pozo de mierda, la sensación de liberación es extraordinaria; ves la vida de otra manera, el sol brilla más, los atascos te estresan menos y, en términos generales, afrontas todo con mejor ánimo. El caso es que cuando tomé la decisión de dejar mi anterior trabajo, hice un par de entrevistas para el nuevo pero fue una por Skype y otra en la oficina de una empresa de “head-hunting”, por lo que no había visto dónde iba a ser mi nuevo trabajo hasta el día de mi incorporación.
Azul. Azul chillón, de ese que
hace daño a la vista cuando vas conduciendo por la carretera y ves el sol
reflejándose en el edificio. Es un edificio grande, de cuatro plantas mas un
aparcamiento subterráneo para los gerifaltes que da cabida a más de 400 almas
en su interior. Una pequeña escalinata abre paso a una puerta giratoria de grandes
dimensiones, con ceniceros a ambos lados y un porrón de gente echando humo como
locos flanqueando a éstas.
Accedo al interior, y veo una
puerta cerrada a mano izquierda, un mostrador de frente con dos chicas con
“pinganillos” bastante afanadas en una conversación sobre el doctorado en
química orgánica de una tronista de Telecirco, y unos tornos a mano derecha. Un
videoworld de grandes dimensiones con nada menos que dieciséis pantallas
muestra un 288% del corporativismo de la empresa, dejando a un lado unas
escaleras que suben y a la izquierda un ascensor. Todo muy moderno. Y azul,
todo muy azul. Me acerco al mostrador.
– Buenos días.- una de las
chicas pone cara desagrado por haber interrumpido su interesante epopeya sobre
las posaderas de otro de los tronistas y se gira hacia mi.
– Hola, dígame.
– Soy ManOwaR, hoy me incorporo al zulo de los BOFH. Me dijeron
que preguntara por Nipincho Nicorto.
– Ok, voy a llamarle.
El señor Nicorto resultó ser un
asiático encorbatado, muy simpático y servicial. Pidió que me hicieran una
tarjeta de acceso (para el que me sacaron una foto con una webcam, como para el
carnet de conducir) y me llevó a hacer un tour por la oficina al completo,
presentándome a los diferentes departamentos como el nuevo responsable de sistemas,
para terminar en el zulo de los informáticos que, por supuesto, estaba ubicado
en la planta sótano. Allí me topé con algo que no había visto nunca (y que no
me desagradó del todo): tres personas, dos en una mesa en la pared de la
izquierda, y uno en la pared de la derecha -con otro puesto vacío a su lado
que, entendí, era para mi-, con dos puertas al fondo: una puerta de seguridad y
apertura con tarjeta que, dado el ruido que se escuchaba en el interior, era
evidentemente el CPD, y una pequeña sala de reuniones tras la otra puerta, con
un ventanal que permite ver si hay o no alguien en su interior.
Tras las pertinentes
presentaciones, este es el panorama con el que me topé:
§ L2PT, responsable de seguridad.
Un señor cuarentón, con barba y pelo desaliñados, evidente sobrepeso que le
causa bastantes sudores. Camiseta de los Guardianes de la Galaxia™.
§ Agumón, responsable de redes.
Un chico de unos treintaitantos, vestido con náuticos, chinos y camisa de
cuadros.
§ Shinchán, responsable de
aplicaciones y web. Un Hipstah™ de manual: barba de leñador, camisa de leñador,
gafapastas, pantalones arremangados, calcetines cantosos. Entrado en la
veintena.
§ Y yo, responsable de sistemas,
con el uniforme estándar de BOFH: vaqueros, zapatillas, y para la ocasión una
camiseta de Rick & Morty en la que Rick habla de lo mucho que le importa la
opinión de los demás.
Vamos, que aquí todo el mundo
es responsable. A mí me vendieron que iba a ser el jefe del departamento de
informática, pero por lo que vi en primera instancia la jerarquía aquí era más
bien plana. Y hablando de jerarquía, la cosa era todavía peor; resulta que el
señor Nicorto es nuestro jefe, y a su vez un tal “Señor Martínez” es el CIO y
CTO de la empresa. Menudo panorama. A mi, personalmente, me da bastante igual
que el resto de informáticos del departamento estén al mismo nivel que yo, de
hecho lo prefiero porque menos responsabilidad significa menos marrones, pero
lo que me toca los huevos es que me vendan una cosa y luego el percal sea muy
distinto: según la oferta de empleo, buscaban un CTO/CIO y es para el puesto
que postulé. La realidad, como habréis podido ver por lo que os he contado
hasta ahora, es que estoy dos peldaños por debajo.
Bueno, muchas veces os he
contado que soy una persona muy estoica. Si cobro como un CTO y mi
responsabilidad es muy inferior, pues mira, vamos a ver qué pasa.
Van pasando las horas de “mi
primerito día”, y yo las invierto en acomodarme en mi nuevo puesto de trabajo
(un equipo OEM de Dell relativamente moderno) y empezar a conocer un poco a mis
compañeros. De las primeras horas, saco las siguientes conclusiones:
§ L2PT: Es el friki que te cagas
del equipo, aunque bastante tímido, seguramente acomplejado por su aspecto.
§ Agumón: A pesar de su
apariencia de pazguato es un tipo bastante simpático, afable, y competente en
su trabajo.
§ Shinchán: Su actitud confirma
su apariencia: es un hípster de manual, con el agravante de que es bastante
bocazas y que no controla su tono de voz (más de pueblo que las amapolas, vaya).
El tener a tres compañeros,
cada uno especializado en una cosa, significa que a mí, “responsable de
sistemas”, me va a tocar la parte de microinformática casi con total
probabilidad. Vamos, de puta, como siempre.
No obstante, no salí de dudas
hasta el día siguiente, en el que me llamaron a reunión con los jefazos, y fue
el momento en el que conocí al “Señor Martínez”, CIO y CTO de la empresa, así
como al resto de pintamonas y vendepeines con corbata. Subí a la tercera
planta, una planta de puestos de trabajo de estilo “espacio abierto” en la que
te encuentras metros y metros de equipos con gente afanada en que no te des
cuenta de que están haciendo cualquier otra cosa en Internet salvo su trabajo,
y que hay varias salas de reuniones en uno de los laterales. Yo entré en la
sala “Mediterráneo”.
En la reunión, me explicaron que el antiguo responsable de
sistemas se había marchado porque no estaba de acuerdo con la filosofía del
“Señor Martínez”, y que habían aprovechado mi contratación para expandir las
miras del departamento de IT, en el que pretenden contratar más gente y que yo
quede de coordinador, en paralelo al señor Nicorto, y a las órdenes del “Señor
Martínez”, pero que hasta que se reestructure el departamento me tocará hacer
de puta, hablando claro.
También me explicaron que la
empresa es “líder del mercado” en su sector, y que tenemos más de 50 sedes solo
en territorio nacional, siendo ésta la central, mas unas cuantas en
Latinoamérica y en algunas partes de Europa, por lo que también quieren ampliar
las miras de la empresa contratando un Helpdesk que de servicio en remoto a
todas las sedes como Chuck manda. Por cierto, que también me enteré que la
infraestructura está un poco patas arriba porque hace “solo” 3 años que se han
mudado a este edificio y no han podido organizarlo todo todavía. Antes, el
edificio pertenecía a cierto operador de comunicaciones de color azul. Eso
explica muchas cosas.
Tras la fructífera charla (de
la que saco como conclusión que van a mandar a paseo a Nipincho Nicorto, para
ponerme a mi en su lugar, y contratar otro para sistemas), bajo de nuevo al
zulo de los BOFH y les cuento lo acontecido. Prefiero que las cosas estén
claras desde el principio para evitar malentendidos. Una vez todo aclarado, es
hora de ir haciéndome con los sistemas, porque no tengo ni la más remota idea
de qué tienen montado en este sitio, con tanto empleado, tanta oficina, y tanto
corporativismo.
Resulta que tienen montado un
sistema de gestión de incidencias bajo ITG, monitorización Mercury, el importantísimo
sistema de videoconferencias con Tandberg, y un CRM de producción propio que le
encargaron a una maravillosa empresa hace la pera de años, que nadie sabe cómo
funciona o dónde está (bueno, por lo que parece Shinchán lleva seis meses
intentando hacerse con ello, que ya es un comienzo).
Lo primero de todo, vamos a ver
las máquinas, así que accedo al CPD (previo coñazo burocrático de tener que
pedir que mi tarjeta de acceso tenga acceso al CPD, o mal vamos).
Lo que me encuentro allí es
digno del CPD de un operador de comunicaciones gigantesco (recordad, azul): una
sala grande, medio vacía, en la que solo hay cuatro armarios rack: uno, el de
comunicaciones, tiene dos firewalls físicos, diez switches de red de 48 puertos
y diversos routers; el de al lado, está todo manido de paneles de parcheo. El
lío de cables entre estos dos armarios es tal que me dan ganas de usarlo de
hamaca, literalmente. Los otros dos armarios rack están con los servidores
físicos, unas buenas máquinas de EMC ya bastante mejor ordenados -al menos, el
cableado-, y se nota que éstas son las que se traerían de la anterior oficina
hace tres años. Por lo menos en el CPD hay suficiente espacio como para jugar
al fútbol, así que es posible que en verano mude mi mesa allí, ya veremos. En
fin, cuando le pregunto a Agumón sobre el estado del cableado del CPD, su
respuesta fue “no tengo huevos a meter la mano ahí”, y mirusté, yo que le
comprendo perfectamente.
En fin, ya en mi puesto de
trabajo empiezo a tomar el control (o la constancia al menos) de los sistemas.
Me dan un usuario administrador del dominio y una cuenta de correo, y a
apañármelas para no perder la costumbre, ¿verdad? Resulta que, por suerte o por
desgracia, ésta es una empresa que tiene casi todo en la nube, o eso es lo que
los jefes piensan porque cuando veo el percal se me caen los cojones al suelo:
tienen un entorno VMWare montado en una pila de servidores con más memoria que
una estampida de elefantes pero que llevan sin ser actualizados… tres años.
Maravilloso el marrón que me toca comerme. Lo que sí está montado
estupendamente es la infraestructura de comunicaciones -dejando de lado la
masacre que hay en el CPD-, todo el mundo tiene su línea Giga, con
balanceadores de carga y demás que hace que puedan ver sus vídeos en Netflix
sin retardo y en Full HD.
Ya por la tarde, una vez
comprobado qué es lo que hay, y tomándome las cosas con tranquilidad, me atrevo
a aventurarme en el famoso ITG a ver el sistema de gestión de incidencias. 2079
incidencias pendientes, maravilloso. Y es que resulta que cada vez que llega una
alerta del sistema de monitorización con Mercury, se crea automáticamente una
incidencia en ITG pero ni se la asigna a nadie ni se le pone fecha, se queda en
el limbo. Maravilloso.
– Chicos, ¿soléis hacerle caso
al tema de las incidencias en ITG?- lanzo pregunta al aire.
– No, eso lo hacía “el otro que se fue”.- me responde L2PT.
– Hmmyap, vale, gracias. Lo voy a purgar un poquito.
Nada, tarea sencilla: repaso
las incidencias de monitorización por si hay alguna grave, y elimino todas las
demás. Hay algunos discos que se están quejando y hay que cambiar (en total 16
discos, y el primero lleva quejándose seis meses, casi nada…), pero todas las
demás incidencias las elimino. Quedan 327, genial. Busco las más antiguas de
dos días y las borro también (si es algo grave ya llamarán de nuevo), ya que
eran cosa de “el otro que se fue” y yo no estaba aquí. Quedan 27, esto me gusta
más. En ese momento me da por ampliar mis sentidos y percibir en qué está
trabajando cada uno de mis compañeros: L2PT está creándose una fantástica lista
de reproducción en espotifay. Empezamos bien. Agumón está mirando
documentación; algo es algo. Y Shinchán está en Forocoches. Tócate los cojones,
shur.
Pues nada, siguiente paso:
desactivo la creación automática de incidencias de Mercury salvo que sean de
criticidad alta o crítica. Luego, en ITG, empiezo a asignar incidencias al
equipo. Problemas de aplicaciones, a Shinchán. Problemas de red, a Agumón.
Problemas de seguridad, a L2PT. El resto, para la puta: yo.
Aviso a los compañeros de que
tienen incidencias asignadas y que deben quedar solucionadas antes del final
del día. Ahora bien, de las que me he autoasignado, conllevan que tengo que
hacer dos cosas: la primera subir y hablar con el Señor Martínez para ver con
quién tengo que hablar para comprar discos, para sustituir los que han
fenecido. La segunda subir y hablar con el susodicho Señor Martínez porque dice
que su ordenador va lento. Lo más típico del mundo, vaya.
Así pues, para allá que voy.
– Hola, buenas.- entro
saludando con la mano.
– Hola ManOwaR, ¿qué pasa?
– Necesito dos cosas de usted: la primera es que me diga qué tengo
que hacer para comprar unos discos que hacen falta para la cabina del CPD.
Dieciséis de ellos están a punto de pasar a mejor vida o ya lo han hecho.
– Uf, eso habla con compras.
– Hmmyap, vale. ¿No tenemos presupuesto de departamento? ¿Nadie
que lleve la contabilidad? ¿Quién maneja los contratos? ¿Proveedores?
– Sí, lo llevo todo yo, pero ahora no tengo tiempo. Nada, tú
acércate a compras con un presupuesto y ya compran ellos lo que haya que
comprar. ¿Qué es la segunda cosa?.- le noto deseoso de cambiar de tema, y no sé
por qué. Malo.
– Vale, pues eso haré. La segunda cosa es que abrió usted una
incidencia porque su ordenador iba lento, y aprovechando el viaje vengo a
revisarlo.
– Ah, de acuerdo, adelante.- dice mientras se levanta de su
sillón.- ¿me da tiempo a ir a por un café mientras lo miras?
– Sí claro, y dos.
– De acuerdo, pues te dejo entonces.- casi ni había terminado la
frase que ya estaba saliendo por la puerta. A ver si ha dejado una bomba en el
PC o algo…
En fin, me pongo a revisar la
maquinita. Tres meses tiene el animalico… Core i7 de última generación, 32 GB
de RAM DDR4, SSD de 1 Tb PCIe NVMe e incluso una GTX 1070, por si el señor CTO
se quiere echar un buen vicio. La pregunta es, ¿cómo puede ir lento semejante
equipo, máxime cuando tiene solo unos meses? La respuesta la encuentro nada más
mirar la lista de iconitos en la bandeja del sistema: espotifai, uTorrent, el
maravilloso Norton security, Malwarebytes, y hasta 19 aplicaciones más en
memoria, además de Chrome abierto con más de 20 pestañas. Hago purga a lo
bestia, desinstalando en el proceso algunas aplicaciones potencialmente dañinas
como uTorrent. Edito la configuración de inicio y dejo lo indispensable. E
instalo el VNC, que no lo tenía. Reinicio la máquina, veo que va como un tiro,
y me voy al zulo de los BOFH de nuevo.
Allí busco en tiendas online
los discos que hacen falta, elaboro un presupuesto, lo imprimo y subo a
compras, donde un amable señor me atiende y me asegura que hará hoy mismo el
pedido de los discos. Maravilloso.
No fue hasta la tarde, que
recibo una llamada del Señor Martínez, hecho un basilisco, porque le ha llegado
una factura de compras contra el presupuesto de IT por un montante bastante
interesante. Que el de compras le ha dicho que se lo he pedido yo.
– Claro, lo he pedido yo. En
eso habíamos quedado, ¿no?
– No, pero esto no puede ir contra el presupuesto de IT.
– No sé decirte, Señor Martínez, yo solo he ido a compras y les he
pasado el presupuesto de lo que había que comprar.
– Pero esto tiene que ir contra gastos generales.
– Entonces entiendo que será un tema que tengas que hablar con
compras, no conmigo.
– Pero es que lo has pedido tú, eso tendrías que habérselo dicho.-
espera, que saco mi bola de cristal invertida para que me avise que la compra
de discos para una cabina debe ir a gastos generales y no a informática.
– Bien, entonces hagamos una cosa: la próxima vez que necesite
hacer una compra para el departamento, te la mando a ti para que la apruebes
previamente en lugar de ir directamente a compras, como me sugeriste que
hiciera. De esta manera no habrá margen de error.
– Eso es, así me gusta.
– Perfecto entonces. Por cierto, ¿qué tal va el PC ahora?
– Ah, bien.
– ¿Bien? Me alegro. Venga, chao.- clac.
Ya tenemos tonto, y para no
perder las buenas costumbres es el responsable de algo. En este caso, un
jefazo. Suena de nuevo mi teléfono.
– Sistemas…
– Oye ManOwaR por cierto, he visto que me has desinstalado algunas
cosas en mi ordenador que necesito.
– ¿Necesita el uTorrent para trabajar?
– Bueno… sí, me hace falta porque tengo que descargar cosas.
– ¿La temporada 9 de Modern Family?
– Ehm… bueno oye, que me lo instales de nuevo.
– No.
– ¿Cómo que no?
– Que no le voy a instalar una herramienta de ese tipo porque es
potencialmente peligrosa. Como CTO y CIO usted debería saberlo.
– Mira, soy consciente. Me la voy a instalar yo.
– Tú mismo.- clac.
A revisar políticas del
firewall tocan. Bloquear todo lo relacionado con torrent a la IP del Señor
Martínez. Luego, viendo por la ventanita del departamento que está pululando
por el sótano, aprovecho y enchufo VNC a su ordenador para dejarle un regalito.
No veas lo que nos vamos a reír hasta que se de cuenta de que le he instalado
la extensión nCage en Chrome…
Salgo de un pozo de mierda y me
meto en un lago. Que Chuck me ampare…
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