miércoles, 23 de febrero de 2022

Ahogado en un Lago de Mierda

Cuando por fin logras salir de un pozo de mierda, la sensación de liberación es extraordinaria; ves la vida de otra manera, el sol brilla más, los atascos te estresan menos y, en términos generales, afrontas todo con mejor ánimo. El caso es que cuando tomé la decisión de dejar mi anterior trabajo, hice un par de entrevistas para el nuevo pero fue una por Skype y otra en la oficina de una empresa de “head-hunting”, por lo que no había visto dónde iba a ser mi nuevo trabajo hasta el día de mi incorporación.

 

Azul. Azul chillón, de ese que hace daño a la vista cuando vas conduciendo por la carretera y ves el sol reflejándose en el edificio. Es un edificio grande, de cuatro plantas mas un aparcamiento subterráneo para los gerifaltes que da cabida a más de 400 almas en su interior. Una pequeña escalinata abre paso a una puerta giratoria de grandes dimensiones, con ceniceros a ambos lados y un porrón de gente echando humo como locos flanqueando a éstas.

 

Accedo al interior, y veo una puerta cerrada a mano izquierda, un mostrador de frente con dos chicas con “pinganillos” bastante afanadas en una conversación sobre el doctorado en química orgánica de una tronista de Telecirco, y unos tornos a mano derecha. Un videoworld de grandes dimensiones con nada menos que dieciséis pantallas muestra un 288% del corporativismo de la empresa, dejando a un lado unas escaleras que suben y a la izquierda un ascensor. Todo muy moderno. Y azul, todo muy azul. Me acerco al mostrador.

 

– Buenos días.- una de las chicas pone cara desagrado por haber interrumpido su interesante epopeya sobre las posaderas de otro de los tronistas y se gira hacia mi.
– Hola, dígame.
– Soy ManOwaR, hoy me incorporo al zulo de los BOFH. Me dijeron que preguntara por Nipincho Nicorto.
– Ok, voy a llamarle.

 

El señor Nicorto resultó ser un asiático encorbatado, muy simpático y servicial. Pidió que me hicieran una tarjeta de acceso (para el que me sacaron una foto con una webcam, como para el carnet de conducir) y me llevó a hacer un tour por la oficina al completo, presentándome a los diferentes departamentos como el nuevo responsable de sistemas, para terminar en el zulo de los informáticos que, por supuesto, estaba ubicado en la planta sótano. Allí me topé con algo que no había visto nunca (y que no me desagradó del todo): tres personas, dos en una mesa en la pared de la izquierda, y uno en la pared de la derecha -con otro puesto vacío a su lado que, entendí, era para mi-, con dos puertas al fondo: una puerta de seguridad y apertura con tarjeta que, dado el ruido que se escuchaba en el interior, era evidentemente el CPD, y una pequeña sala de reuniones tras la otra puerta, con un ventanal que permite ver si hay o no alguien en su interior.

 

Tras las pertinentes presentaciones, este es el panorama con el que me topé:

 

§  L2PT, responsable de seguridad. Un señor cuarentón, con barba y pelo desaliñados, evidente sobrepeso que le causa bastantes sudores. Camiseta de los Guardianes de la Galaxia™.

§  Agumón, responsable de redes. Un chico de unos treintaitantos, vestido con náuticos, chinos y camisa de cuadros.

§  Shinchán, responsable de aplicaciones y web. Un Hipstah™ de manual: barba de leñador, camisa de leñador, gafapastas, pantalones arremangados, calcetines cantosos. Entrado en la veintena.

§  Y yo, responsable de sistemas, con el uniforme estándar de BOFH: vaqueros, zapatillas, y para la ocasión una camiseta de Rick & Morty en la que Rick habla de lo mucho que le importa la opinión de los demás.

 

Vamos, que aquí todo el mundo es responsable. A mí me vendieron que iba a ser el jefe del departamento de informática, pero por lo que vi en primera instancia la jerarquía aquí era más bien plana. Y hablando de jerarquía, la cosa era todavía peor; resulta que el señor Nicorto es nuestro jefe, y a su vez un tal “Señor Martínez” es el CIO y CTO de la empresa. Menudo panorama. A mi, personalmente, me da bastante igual que el resto de informáticos del departamento estén al mismo nivel que yo, de hecho lo prefiero porque menos responsabilidad significa menos marrones, pero lo que me toca los huevos es que me vendan una cosa y luego el percal sea muy distinto: según la oferta de empleo, buscaban un CTO/CIO y es para el puesto que postulé. La realidad, como habréis podido ver por lo que os he contado hasta ahora, es que estoy dos peldaños por debajo.

 

Bueno, muchas veces os he contado que soy una persona muy estoica. Si cobro como un CTO y mi responsabilidad es muy inferior, pues mira, vamos a ver qué pasa.

 

Van pasando las horas de “mi primerito día”, y yo las invierto en acomodarme en mi nuevo puesto de trabajo (un equipo OEM de Dell relativamente moderno) y empezar a conocer un poco a mis compañeros. De las primeras horas, saco las siguientes conclusiones:

 

§  L2PT: Es el friki que te cagas del equipo, aunque bastante tímido, seguramente acomplejado por su aspecto.

§  Agumón: A pesar de su apariencia de pazguato es un tipo bastante simpático, afable, y competente en su trabajo.

§  Shinchán: Su actitud confirma su apariencia: es un hípster de manual, con el agravante de que es bastante bocazas y que no controla su tono de voz (más de pueblo que las amapolas, vaya).

El tener a tres compañeros, cada uno especializado en una cosa, significa que a mí, “responsable de sistemas”, me va a tocar la parte de microinformática casi con total probabilidad. Vamos, de puta, como siempre.

 

No obstante, no salí de dudas hasta el día siguiente, en el que me llamaron a reunión con los jefazos, y fue el momento en el que conocí al “Señor Martínez”, CIO y CTO de la empresa, así como al resto de pintamonas y vendepeines con corbata. Subí a la tercera planta, una planta de puestos de trabajo de estilo “espacio abierto” en la que te encuentras metros y metros de equipos con gente afanada en que no te des cuenta de que están haciendo cualquier otra cosa en Internet salvo su trabajo, y que hay varias salas de reuniones en uno de los laterales. Yo entré en la sala “Mediterráneo”.


En la reunión, me explicaron que el antiguo responsable de sistemas se había marchado porque no estaba de acuerdo con la filosofía del “Señor Martínez”, y que habían aprovechado mi contratación para expandir las miras del departamento de IT, en el que pretenden contratar más gente y que yo quede de coordinador, en paralelo al señor Nicorto, y a las órdenes del “Señor Martínez”, pero que hasta que se reestructure el departamento me tocará hacer de puta, hablando claro.

 

También me explicaron que la empresa es “líder del mercado” en su sector, y que tenemos más de 50 sedes solo en territorio nacional, siendo ésta la central, mas unas cuantas en Latinoamérica y en algunas partes de Europa, por lo que también quieren ampliar las miras de la empresa contratando un Helpdesk que de servicio en remoto a todas las sedes como Chuck manda. Por cierto, que también me enteré que la infraestructura está un poco patas arriba porque hace “solo” 3 años que se han mudado a este edificio y no han podido organizarlo todo todavía. Antes, el edificio pertenecía a cierto operador de comunicaciones de color azul. Eso explica muchas cosas.

 

Tras la fructífera charla (de la que saco como conclusión que van a mandar a paseo a Nipincho Nicorto, para ponerme a mi en su lugar, y contratar otro para sistemas), bajo de nuevo al zulo de los BOFH y les cuento lo acontecido. Prefiero que las cosas estén claras desde el principio para evitar malentendidos. Una vez todo aclarado, es hora de ir haciéndome con los sistemas, porque no tengo ni la más remota idea de qué tienen montado en este sitio, con tanto empleado, tanta oficina, y tanto corporativismo.

 

Resulta que tienen montado un sistema de gestión de incidencias bajo ITG, monitorización Mercury, el importantísimo sistema de videoconferencias con Tandberg, y un CRM de producción propio que le encargaron a una maravillosa empresa hace la pera de años, que nadie sabe cómo funciona o dónde está (bueno, por lo que parece Shinchán lleva seis meses intentando hacerse con ello, que ya es un comienzo).

 

Lo primero de todo, vamos a ver las máquinas, así que accedo al CPD (previo coñazo burocrático de tener que pedir que mi tarjeta de acceso tenga acceso al CPD, o mal vamos).

 

Lo que me encuentro allí es digno del CPD de un operador de comunicaciones gigantesco (recordad, azul): una sala grande, medio vacía, en la que solo hay cuatro armarios rack: uno, el de comunicaciones, tiene dos firewalls físicos, diez switches de red de 48 puertos y diversos routers; el de al lado, está todo manido de paneles de parcheo. El lío de cables entre estos dos armarios es tal que me dan ganas de usarlo de hamaca, literalmente. Los otros dos armarios rack están con los servidores físicos, unas buenas máquinas de EMC ya bastante mejor ordenados -al menos, el cableado-, y se nota que éstas son las que se traerían de la anterior oficina hace tres años. Por lo menos en el CPD hay suficiente espacio como para jugar al fútbol, así que es posible que en verano mude mi mesa allí, ya veremos. En fin, cuando le pregunto a Agumón sobre el estado del cableado del CPD, su respuesta fue “no tengo huevos a meter la mano ahí”, y mirusté, yo que le comprendo perfectamente.

 

En fin, ya en mi puesto de trabajo empiezo a tomar el control (o la constancia al menos) de los sistemas. Me dan un usuario administrador del dominio y una cuenta de correo, y a apañármelas para no perder la costumbre, ¿verdad? Resulta que, por suerte o por desgracia, ésta es una empresa que tiene casi todo en la nube, o eso es lo que los jefes piensan porque cuando veo el percal se me caen los cojones al suelo: tienen un entorno VMWare montado en una pila de servidores con más memoria que una estampida de elefantes pero que llevan sin ser actualizados… tres años. Maravilloso el marrón que me toca comerme. Lo que sí está montado estupendamente es la infraestructura de comunicaciones -dejando de lado la masacre que hay en el CPD-, todo el mundo tiene su línea Giga, con balanceadores de carga y demás que hace que puedan ver sus vídeos en Netflix sin retardo y en Full HD.

 

Ya por la tarde, una vez comprobado qué es lo que hay, y tomándome las cosas con tranquilidad, me atrevo a aventurarme en el famoso ITG a ver el sistema de gestión de incidencias. 2079 incidencias pendientes, maravilloso. Y es que resulta que cada vez que llega una alerta del sistema de monitorización con Mercury, se crea automáticamente una incidencia en ITG pero ni se la asigna a nadie ni se le pone fecha, se queda en el limbo. Maravilloso.

– Chicos, ¿soléis hacerle caso al tema de las incidencias en ITG?- lanzo pregunta al aire.
– No, eso lo hacía “el otro que se fue”.- me responde L2PT.
– Hmmyap, vale, gracias. Lo voy a purgar un poquito.

 

Nada, tarea sencilla: repaso las incidencias de monitorización por si hay alguna grave, y elimino todas las demás. Hay algunos discos que se están quejando y hay que cambiar (en total 16 discos, y el primero lleva quejándose seis meses, casi nada…), pero todas las demás incidencias las elimino. Quedan 327, genial. Busco las más antiguas de dos días y las borro también (si es algo grave ya llamarán de nuevo), ya que eran cosa de “el otro que se fue” y yo no estaba aquí. Quedan 27, esto me gusta más. En ese momento me da por ampliar mis sentidos y percibir en qué está trabajando cada uno de mis compañeros: L2PT está creándose una fantástica lista de reproducción en espotifay. Empezamos bien. Agumón está mirando documentación; algo es algo. Y Shinchán está en Forocoches. Tócate los cojones, shur.

Pues nada, siguiente paso: desactivo la creación automática de incidencias de Mercury salvo que sean de criticidad alta o crítica. Luego, en ITG, empiezo a asignar incidencias al equipo. Problemas de aplicaciones, a Shinchán. Problemas de red, a Agumón. Problemas de seguridad, a L2PT. El resto, para la puta: yo.

 

Aviso a los compañeros de que tienen incidencias asignadas y que deben quedar solucionadas antes del final del día. Ahora bien, de las que me he autoasignado, conllevan que tengo que hacer dos cosas: la primera subir y hablar con el Señor Martínez para ver con quién tengo que hablar para comprar discos, para sustituir los que han fenecido. La segunda subir y hablar con el susodicho Señor Martínez porque dice que su ordenador va lento. Lo más típico del mundo, vaya.

 

Así pues, para allá que voy.

 

– Hola, buenas.- entro saludando con la mano.
– Hola ManOwaR, ¿qué pasa?
– Necesito dos cosas de usted: la primera es que me diga qué tengo que hacer para comprar unos discos que hacen falta para la cabina del CPD. Dieciséis de ellos están a punto de pasar a mejor vida o ya lo han hecho.
– Uf, eso habla con compras.
– Hmmyap, vale. ¿No tenemos presupuesto de departamento? ¿Nadie que lleve la contabilidad? ¿Quién maneja los contratos? ¿Proveedores?
– Sí, lo llevo todo yo, pero ahora no tengo tiempo. Nada, tú acércate a compras con un presupuesto y ya compran ellos lo que haya que comprar. ¿Qué es la segunda cosa?.- le noto deseoso de cambiar de tema, y no sé por qué. Malo.
– Vale, pues eso haré. La segunda cosa es que abrió usted una incidencia porque su ordenador iba lento, y aprovechando el viaje vengo a revisarlo.
– Ah, de acuerdo, adelante.- dice mientras se levanta de su sillón.- ¿me da tiempo a ir a por un café mientras lo miras?
– Sí claro, y dos.
– De acuerdo, pues te dejo entonces.- casi ni había terminado la frase que ya estaba saliendo por la puerta. A ver si ha dejado una bomba en el PC o algo…

 

En fin, me pongo a revisar la maquinita. Tres meses tiene el animalico… Core i7 de última generación, 32 GB de RAM DDR4, SSD de 1 Tb PCIe NVMe e incluso una GTX 1070, por si el señor CTO se quiere echar un buen vicio. La pregunta es, ¿cómo puede ir lento semejante equipo, máxime cuando tiene solo unos meses? La respuesta la encuentro nada más mirar la lista de iconitos en la bandeja del sistema: espotifai, uTorrent, el maravilloso Norton security, Malwarebytes, y hasta 19 aplicaciones más en memoria, además de Chrome abierto con más de 20 pestañas. Hago purga a lo bestia, desinstalando en el proceso algunas aplicaciones potencialmente dañinas como uTorrent. Edito la configuración de inicio y dejo lo indispensable. E instalo el VNC, que no lo tenía. Reinicio la máquina, veo que va como un tiro, y me voy al zulo de los BOFH de nuevo.

 

Allí busco en tiendas online los discos que hacen falta, elaboro un presupuesto, lo imprimo y subo a compras, donde un amable señor me atiende y me asegura que hará hoy mismo el pedido de los discos. Maravilloso.

 

No fue hasta la tarde, que recibo una llamada del Señor Martínez, hecho un basilisco, porque le ha llegado una factura de compras contra el presupuesto de IT por un montante bastante interesante. Que el de compras le ha dicho que se lo he pedido yo.

 

– Claro, lo he pedido yo. En eso habíamos quedado, ¿no?
– No, pero esto no puede ir contra el presupuesto de IT.
– No sé decirte, Señor Martínez, yo solo he ido a compras y les he pasado el presupuesto de lo que había que comprar.
– Pero esto tiene que ir contra gastos generales.
– Entonces entiendo que será un tema que tengas que hablar con compras, no conmigo.
– Pero es que lo has pedido tú, eso tendrías que habérselo dicho.- espera, que saco mi bola de cristal invertida para que me avise que la compra de discos para una cabina debe ir a gastos generales y no a informática.
– Bien, entonces hagamos una cosa: la próxima vez que necesite hacer una compra para el departamento, te la mando a ti para que la apruebes previamente en lugar de ir directamente a compras, como me sugeriste que hiciera. De esta manera no habrá margen de error.
– Eso es, así me gusta.
– Perfecto entonces. Por cierto, ¿qué tal va el PC ahora?
– Ah, bien.
– ¿Bien? Me alegro. Venga, chao.- clac.

Ya tenemos tonto, y para no perder las buenas costumbres es el responsable de algo. En este caso, un jefazo. Suena de nuevo mi teléfono.

– Sistemas…
– Oye ManOwaR por cierto, he visto que me has desinstalado algunas cosas en mi ordenador que necesito.
– ¿Necesita el uTorrent para trabajar?
– Bueno… sí, me hace falta porque tengo que descargar cosas.
– ¿La temporada 9 de Modern Family?
– Ehm… bueno oye, que me lo instales de nuevo.
– No.
– ¿Cómo que no?
– Que no le voy a instalar una herramienta de ese tipo porque es potencialmente peligrosa. Como CTO y CIO usted debería saberlo.
– Mira, soy consciente. Me la voy a instalar yo.
– Tú mismo.- clac.

 

A revisar políticas del firewall tocan. Bloquear todo lo relacionado con torrent a la IP del Señor Martínez. Luego, viendo por la ventanita del departamento que está pululando por el sótano, aprovecho y enchufo VNC a su ordenador para dejarle un regalito. No veas lo que nos vamos a reír hasta que se de cuenta de que le he instalado la extensión nCage en Chrome

 

Salgo de un pozo de mierda y me meto en un lago. Que Chuck me ampare…

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