El lunes volví a la oficina. Me resultó extraño encontrarme un correo electrónico de mi mentor, un tipo muy majo pero que rara vez hacía acto de presencia, en el que me preguntaba si iba a estar en la oficina el miércoles.Justamente, Faust se reincorporaba de sus vacaciones, aunque estaba bastante acelerado ya que el miércoles se marchaba de viaje a sudamérica, y no creí de recibo importunarle con mi petición con respecto al teletrabajo. Al fin y al cabo podría esperar.
Como el martes yo trabajaba desde casa, ya no volvería a verle hasta pasadas unas semanas, así que fui a despedirme de él.
- Bueno Faust, creo que ya no te veo hasta... ¿cuándo vuelves?.- comencé mientras le ofrecía mi mano para que me la estrechara. Faust respondió con un pescado: su mano estaba fría y llena de sudor. Levantó levemente la vista hacia mi, con una medio sonrisa.
- Pues el 17 de Septiembre.
- Vaya, esa semana estoy de vacaciones. Recuerda que me guardé una semanita para las fiestas de mi pueblo.
- ¡Ah! Pues entonces te veré el 24.
- Vale, hasta entonces.
No me gustó nada la actitud de Faust, aunque la achaqué a que estaba bastante estresado con su viaje nada más volver de vacaciones, cosa normal (y una putada, todo hay que decirlo).
El miércoles volví a la oficina. El día transcurrió con normalidad, así que, como siempre, subí con un par de compañeros a desayunar (sí, al final Faust no logró que los compis me hicieran el vacío. Soy demasiado majo y no pudieron resistirse a mis encantos). Tras zamparnos el desayuno, bajamos a la calle a echarnos un cigarro. Al volver a subir, me entró un apretoncete, así que hice parada en el servicio. Durante la faena, decidí consultar el correo desde el móvil. Un correo de mi mentor diciéndome "He pasado por tu sitio y no estabas, ¿dónde estás?" estaba esperándome. Terminé la faena y salí del servicio. Al abrir la puerta me di de bruces con mi mentor, que estaba de camino a mi sitio para buscarme de nuevo.
- Anda, ¡hola!
- Hola ManOwaR. ¿Dónde estabas?
- Perdona, bajé a fumar.
- Ah, vale. Vente, que tenemos que hablar.- qué mal rollo...
Vamos a una de las pequeñas salas de reuniones, la más cercana a mi sitio. Allí, mi mentor ya tenía su portátil esperándole encendido. Se conoce que se había instalado allí para tener mi sitio a la vista y ver cuándo volvía a mi puesto de trabajo. Más mal rollo todavía... Entramos en la sala.
- Siéntate.- me dice, señalándome con la mano la silla que está en frente de la suya. Planto mis posaderas y me quedo expectante.
- Tengo malas noticias. Me sabe mal ser yo el que te de esta noticia pero...
- Estoy despedido.- le interrumpo. Me mira con cara de sorpresa.
- Pues... me temo que sí. Han decidido que hoy finalices tu contrato con el Equipo A.
- Bueno, no me pilla de sorpresa.
- ¿No?
- No. No eres muy consciente de mi situación actual, ¿verdad?
- Hombre, lo poco que me has contado.
- Pues eso. Llevo cuatro meses en los que solo vengo aquí a calentar la silla y juguetear con Excels. Han intentado hacerme la vida imposible para ver si me iba por mi propio pie, y este día tenía que llegar.
Se hace el sorprendido.
Tras una charla de 10 minutos en la que me cuenta que están supermegahipercontentos conmigo, pero que lamentablemente no me han podido encontrar nada, me dice que hacía ya dos meses que Faust pidió mi despido porque no podían seguir haciendo frente a los gastos que yo ocasionaba. Al poco, hace acto de presencia una chica de recursos humanos. Después mostrarme los "números" y las condiciones y darme una charla de 30 minutos sobre confidencialidad y los "core values" de la compañía, todos estamos de acuerdo y firmo mi finiquito y la carta de despido.
El despido es inmediato, así que vuelvo a mi sitio para borrar mis datos del portátil del curro. Después de hacerlo, comienzo a cerrar todas las aplicaciones que tenía abiertas para apagarlo y devolverlo en el departamento de informática, pero de pronto me doy cuenta de que, en la herramienta interna de chat que tenemos (o teníamos, debería decir) en el Equipo A, Faust está conectado. Valiente hijo de puta, después de tanto tiempo siendo mi mánager no ha tenido los huevos de decirme a la cara que me despedían. Y se despidió "hasta el 24 de Septiembre" con una sonrisa falsa en la cara. Falsa, o que el tío estaba disfrutando del momento.
Es hora de tomar cartas en el asunto.
Algunos recordaréis que logré hacerme un túnel directo al equipo de Faust. Por suerte, aunque no está en la oficina, está conectado por VPN, así que puedo colarme sin el menor problema. Veo que está justamente tratando de imprimirse unos billetes de avión recién comprados con destino sudamérica. Al ser mánager, tiene una especie de "tarjeta oro" para viajes, mediante la cual puede comprar y pagar billetes de avión de forma rápida y cómoda.
Bloqueo los documentos que estaba tratando de imprimir, y modifico el destino de los billetes. Creo que a Faust le encantará el nuevo destino que le he escogido para su viaje: el aeropuerto de Bulawayo, cerca de las preciosas Cataratas de Victoria, Zimbabwe. Y en vuelo directo, HOYGAN. Elimino el trabajo que envió Faust y mando a imprimir sus nuevos billetes, con la esperanza de que, con las prisas, ni siquiera se fije en el destino. Espero un poco y, efectivamente, a los 30 segundos pierdo la conexión con su equipo, señal inequívoca de que Faust ha apagado el portátil y se marcha apresuradamente al aeropuerto.
Buen viaje, y buena suerte, hijo de puta.
- Anda, ¡hola!
- Hola ManOwaR. ¿Dónde estabas?
- Perdona, bajé a fumar.
- Ah, vale. Vente, que tenemos que hablar.- qué mal rollo...
Vamos a una de las pequeñas salas de reuniones, la más cercana a mi sitio. Allí, mi mentor ya tenía su portátil esperándole encendido. Se conoce que se había instalado allí para tener mi sitio a la vista y ver cuándo volvía a mi puesto de trabajo. Más mal rollo todavía... Entramos en la sala.
- Siéntate.- me dice, señalándome con la mano la silla que está en frente de la suya. Planto mis posaderas y me quedo expectante.
- Tengo malas noticias. Me sabe mal ser yo el que te de esta noticia pero...
- Estoy despedido.- le interrumpo. Me mira con cara de sorpresa.
- Pues... me temo que sí. Han decidido que hoy finalices tu contrato con el Equipo A.
- Bueno, no me pilla de sorpresa.
- ¿No?
- No. No eres muy consciente de mi situación actual, ¿verdad?
- Hombre, lo poco que me has contado.
- Pues eso. Llevo cuatro meses en los que solo vengo aquí a calentar la silla y juguetear con Excels. Han intentado hacerme la vida imposible para ver si me iba por mi propio pie, y este día tenía que llegar.
Se hace el sorprendido.
Tras una charla de 10 minutos en la que me cuenta que están supermegahipercontentos conmigo, pero que lamentablemente no me han podido encontrar nada, me dice que hacía ya dos meses que Faust pidió mi despido porque no podían seguir haciendo frente a los gastos que yo ocasionaba. Al poco, hace acto de presencia una chica de recursos humanos. Después mostrarme los "números" y las condiciones y darme una charla de 30 minutos sobre confidencialidad y los "core values" de la compañía, todos estamos de acuerdo y firmo mi finiquito y la carta de despido.
El despido es inmediato, así que vuelvo a mi sitio para borrar mis datos del portátil del curro. Después de hacerlo, comienzo a cerrar todas las aplicaciones que tenía abiertas para apagarlo y devolverlo en el departamento de informática, pero de pronto me doy cuenta de que, en la herramienta interna de chat que tenemos (o teníamos, debería decir) en el Equipo A, Faust está conectado. Valiente hijo de puta, después de tanto tiempo siendo mi mánager no ha tenido los huevos de decirme a la cara que me despedían. Y se despidió "hasta el 24 de Septiembre" con una sonrisa falsa en la cara. Falsa, o que el tío estaba disfrutando del momento.
Es hora de tomar cartas en el asunto.
Algunos recordaréis que logré hacerme un túnel directo al equipo de Faust. Por suerte, aunque no está en la oficina, está conectado por VPN, así que puedo colarme sin el menor problema. Veo que está justamente tratando de imprimirse unos billetes de avión recién comprados con destino sudamérica. Al ser mánager, tiene una especie de "tarjeta oro" para viajes, mediante la cual puede comprar y pagar billetes de avión de forma rápida y cómoda.
Bloqueo los documentos que estaba tratando de imprimir, y modifico el destino de los billetes. Creo que a Faust le encantará el nuevo destino que le he escogido para su viaje: el aeropuerto de Bulawayo, cerca de las preciosas Cataratas de Victoria, Zimbabwe. Y en vuelo directo, HOYGAN. Elimino el trabajo que envió Faust y mando a imprimir sus nuevos billetes, con la esperanza de que, con las prisas, ni siquiera se fije en el destino. Espero un poco y, efectivamente, a los 30 segundos pierdo la conexión con su equipo, señal inequívoca de que Faust ha apagado el portátil y se marcha apresuradamente al aeropuerto.
Buen viaje, y buena suerte, hijo de puta.