miércoles, 23 de febrero de 2022

Crónica de una BOFH-muerte anunciada

Mi empresa, como muchas otras, es desgraciadamente de las que invierte una vez en infraestructura y después se dedica a poner parches hasta que ya se llega a un punto en el que toca cambiar o actualizar por cojones. Pero hay veces que con todo y con eso es imposible hacer nada al respecto, especialmente cuando los que mandan tienen ese tipo de ideas maravillosas que tanto nos gustan a los BOFH. Nótese la ironía.

En mi caso, la infraestructura de servidores de la empresa tiene 8 años, un tiempo más que prudencial para poder decir que ya han sido rentabilizados y que es momento de actualizarse. No digo que todas las empresas tengan que ser de esas punteras que cambian de hardware cada vez que sale algo nuevo, ni de las que se toman al pie de la letra la regla de los cuatro años de amortización de los activos fijos. Pero coño, que en 8 años el hardware no solo ha quedado obsoleto y te topas con muchas incompatibilidades, sino que corres un riesgo serio de que algo se vaya a la mierda y no haya recambio.

 

Mi empresa llega a ese límite y lo sobrepasa, hasta el punto de que pido comprar un par de ratones de mierda de 6 euros y me digan que no, que con los que tenemos vale, pero el jefe se gasta 1200 pavos en un ordenador pepino (que no utiliza porque siempre está desde su casa o con su MacBook Pro de 3000 pavos) mas un monitor ultra panorámico curvado de 34 pulgadas de 850 euros porque “no quiere tener dos monitores como el resto”.

 

Vuelvo a lo que iba: el hardware tiene ya 8 años. Se arrastra, no puedo actualizar el software porque ya es compatible, pero funciona. El problema viene con el servidor de archivos: es una cabina vieja, de fibra eso sí, pero que monta 24 discos SATA 2 que lleva 8 años encendida 24×7 (estamos hablando de unas 70.000 horas). Por suerte, los discos están en configuración RAID5 y cuando se ha ido estropeando uno he podido ir encontrando reemplazos, aunque sea en eBay o en páginas de segunda mano. Incluso he llegado a montar discos domésticos, mirusté. Pero claro, cuanto más pasa el tiempo más probabilidades hay de que vuelvan los problemas.

 

En repetidas ocasiones le he manifestado a los jefes la situación, advertido de los riesgos, y propuesto soluciones (hay empresas que deben estar hasta los huevos de mandarme presupuestos actualizados cada seis meses, pero es lo que hay), pero las prioridades son las que son y a día de hoy siguen con la misma infraestructura que en 2010, ya digo. Yo, al menos, me lavo las manos porque ya no depende de mí: he advertido de lo que puede pasar y está por escrito.

 

El colmo llegó hace un tiempo, cuando además de la lentitud y los discos feneciendo llegamos a un punto en el que ya no quedaba espacio disponible. Cuando apenas nos quedaba 1 TB de espacio escribí al boss, pero fui ignorado. Cuando quedaban 500 GB hice lo propio y de nuevo no obtuve respuesta alguna. Cuando quedaban 200 GB lo intenté una tercera vez, y tampoco me hicieron caso. Así que, cuando quedaban menos de 100 GB, entré en el despacho del boss aprovechando uno de los escasos días en los que nos honró con su presencia en la oficina.

 

– Hola Boss.
– Hola ManOwaR, ¿qué pasa?
– Creo que no ha tenido tiempo de ver mis últimos correos, pero la situación es muy grave y tenemos que hacer algo ya. Hablo de la capacidad del servidor de archivos.
– Ah, ¿qué le pasa?
– Que no queda espacio libre.
– ¿¡Y por qué no me lo has dicho antes!?
– Se lo he dicho. Desde hace meses y por escrito.
– Pero como comprenderás yo no tengo tiempo de ver todos los correos que recibo, tienes que venir y decírmelo.
– Las palabras se las lleva el viento, y además comprenderá usted que es bastante complicado “pillarle” en persona.
– Ya bueno. Vale. – se queda pensativo. – ¿Y qué hacemos?
– Comprar otra cabina. Si mira su email y hace una búsqueda podrá encontrar el último presupuesto que le envié la semana pasada donde viene todo detallado. – se queda un par de minutos buscando el correo (supera los 100K correos sin leer en su inbox) hasta que me canso de esperar y le sugiero utilizar el buscador. Encuentra el correo, abre el presupuesto y se va directamente abajo del todo; ya sabéis cómo son los jefes, solo quieren saber cuánto les va a costar el nuevo “juguetito” del informático.
– Pero, ¡esto es una locura!
– Y hay que sumarle el IVA.
– No no, no podemos ahora mismo. Hay que pensar en otra cosa.
– Pues ya me dirá usted, pero algo tenemos que hacer cuanto antes o cerramos la empresa y nos vamos a casa.
– ¿Qué sugieres? Que no conlleve gastarse este dineral.
– No hay otra cosa que nos pueda servir. Se me ocurre, como algo provisional, comprar un NAS decente con unos cuantos discos y archivar proyectos cerrados ahí.
– Ah, eso estaría bien. ¿Y cuánto cuesta?
– Por unos 1500 euros ya podemos hacer algo.
– No, no… mira, tengo una idea. – una de sus grandiosas ideas, claro.- compra un disco duro y lo pinchas en mi ordenador, y haces el backup ahí.
– Jefe, eso es una mierda.
– ¿Por qué?.- me mira sonriente, convencido de que su idea es maravillosa.- es lo mejor ahora mismo, no podemos gastarnos tanto dinero.- pues vende el monitor, joder.
– Para empezar porque un ordenador no es un sitio donde almacenar datos importantes; puede fallar, el disco no está correctamente refrigerado, y no hay seguridad en el caso de que el disco se estropee: perderíamos todos los datos de manera irrevocable.
– Bueno pero para ir tirando nos vale. Compra un disco y lo pinchas aquí.
– Pues vale. – no pienso discutir, estoy más que escarmentado y ya llevo tiempo siendo un mero mercenario que hace lo que le dicen, cobra a fin de mes y se va a su casa cuanto antes.

Y así hice. Compré un disco y lo instalé en el equipo del boss. Y un segundo. Y un tercero y un cuarto. Y ya no había más conexiones SATA para conectar más discos ni espacio en la caja donde montarlos, y el espacio que iba liberando en el servidor se iba llenando de nuevo casi al mismo ritmo (mi empresa crea muchísimo contenido, es normal, no penséis que la gente guarda su música y sus mierdas en el servidor, no es así).

 

En ese momento, tonto de mi, redacto un nuevo correo a toda la cúpula directiva explicando el problema, y aportando nuevamente presupuesto actualizado de una nueva cabina e incluso de un NAS medio decente con más discos para, por lo menos, tener los “backups” como el boss dice correctamente archivados y medianamente securizados. Y, ¿adivináis qué respuesta obtuve (porque esta vez sí contestó)?

 

Compra otro disco y lo montas en el PC de Pintao.

Antes mencioné que ya llevaba un tiempo comportándome a modo de BOFH mercenario: me dedico a hacer lo que me dicen, cobro a fin de mes y me voy a casa cuanto antes. Hace tiempo que perdí la ilusión por mi trabajo, porque ya ni el BOFH-Zen me ayuda a recuperar la motivación y las ganas. Cada día me cuesta más levantarme por las mañanas para ir a trabajar, y cada día llego más cansado a casa por las tardes y sin ganas de nada. El trabajo me está quitando la vida.

 

Así que algo hay que hacer al respecto. Considero que soy una persona extremadamente estoica, que siempre intento buscar el lado bueno de las cosas -menos cuando me tocan los huevos, que por ahí no paso- y siempre intento tener una sonrisa en la cara, incluso en el trabajo. Pero toda esta mierda ha podido conmigo. O casi.

 

Casi porque tuve el suficiente raciocinio para darme cuenta de lo que estaba sucediendo conmigo mismo y buscar una solución, una solución que, lógicamente, se llama “otra empresa con mejor sueldo”, aunque lamentablemente en este caso la localización es todavía peor. Pero bueno, este es otro tema del que os hablaré más adelante.

 

El caso es que viendo la avalancha de mierda venir, no iba a permitir que me pillara en un callejón sin salida y con la boca abierta, así que volví a cubrirme las espaldas. Compré un quinto disco, lo instalé en el equipo de Pintao y nuevamente escribí advirtiendo de lo que iba a pasar con total certeza. Justo después de hacerlo, presenté mi carta de dimisión a RRHH con copia al boss, avisando de que en 15 días dejaría la empresa.

 

Y, ¿adivináis qué? En esos 15 días no recibí ni una respuesta, ni una llamada, ni un chat de los jefes. Ni siquiera para intentar buscarme un sustituto, por lo que estimo que el brown que le va a caer a ST97 va a ser de órdago. Me da pena pero es lo que hay; yo ya hice lo que pude por él, le formé lo mejor que supe y le advertí de todo lo que iba a pasar para intentar que no se convirtiera en un Brown Eater (o peor, en un PBC). Porque en el fondo tengo buen corazón.

 

Total, que pasaron los 15 días, me despedí de mis compañeros y me marché a mi casa, casi casi con energías renovadas, o si no por lo menos con otra compostura, convencido de que por fin había sacado los pies del charco de mierda y dispuesto a afrontar la nueva aventura del próximo trabajo (que seguramente en vez de un charco sería un lago de mierda, pero bueno).

 

Y por supuesto, ya sabéis qué es lo que viene a continuación, queridos lectores, ¿a que sí? Sí. Ni dos semanas después me suena el móvil, llamada de mi antiguo jefe. Evidentemente no se lo cogí. Ninguna de las TRECE (13) veces que intentó llamarme. En ese momento se rindió y optó por enviarme un Whatsapp:

 

“ManOwaR no funciona nada, ¿me puedes llamar por favor?”.

 

Lo llevas clarinete, hamijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pon lo que te salga del LOL: