miércoles, 23 de febrero de 2022

El esbirro y la doncella

A la semana siguiente, por fin se puso en marcha el proceso de selección para escoger a mi nuevo esbirro. La parte mala es que el presupuesto para la contratación era bastante limitado (no como para ser una puta mierda, pero sí un sueldo como para que cualquier BOFH hecho y derecho lo rechace por bajo), así que solo personas que habían terminado los estudios hace poco y no tenían trabajo podían ser aspirantes. La parte buena es que es más sencillo enseñar a los que no tienen experiencia de campo real. O eso pensaba yo.

 

Tras dos semanas revisando currículos y entrevistando a varios candidatos, finalmente me decidí por un chaval con una trayectoria parecida a la mía cuando empecé en éste mundillo: 20 añitos, recién terminado un grado superior de telecomunicaciones, y toda su experiencia laboral se limitaba a trabajos esporádicos “arreglando ordenadores” (según ponía) y de camarero durante los veranos. Como una hoja en blanco para rellenar desde el principio.

 

Y llegó el día. Allí estaba StormTrooper97, vestido con traje y corbata que le quedaban mal, hecho un manojo de nervios pues éste era su primer día en un entorno laboral de verdad. Qué rico. Voy a recibirle y le llevo a mi despacho, en el que le monto un equipo casi improvisado con lo poco que tengo en mi misma mesa, en frente de mí. Le creo un usuario (no administrador), cuenta de correo y demás para que pueda empezar a trabajar, y a correr.

 

Durante el proceso, observo como de ciento en viento se me queda mirando como extrañado, y no atino a adivinar el porqué. Hasta que de motu proprio decide preguntar por sí mismo.

 

– Oye ManOwaR.
– Mande.
– ¿Te dejan venir así vestido a trabajar?.- me miro de arriba a abajo. Llevo la indumentaria BOFH reglamentaria: zapatillas, vaqueros y en el día de hoy una camiseta del Dark Souls.
– Puedes venir como te de la gana siempre que no vayas dando demasiado el cante ni vengas en pelotas.
– ¿En serio?
– ¿No me ves a mi y al resto de lusers? Si el CEO ha venido en pantalones cortos, la veda está abierta.- de hecho si yo vengo en vaqueros y no en pantalón corto es porque vengo en moto, que si no…
– Ah, qué guay ¿no?
– Guay del Paraguay.

 

Hay mucho que enseñarle. Salvo en consultoras, por norma general el informático se da por hecho que va vestido con camisetas frikis y esto lo saben aquí y en la China popular. Será interesante ver cómo viene vestido mañana el pimpollo.

 

Avanza la mañana y, tras darle unas nociones básicas de cómo funciona la empresa y qué sistemas utilizamos, me doy cuenta de que en el grado superior no le han enseñado prácticamente nada más allá de redes, aunque sabe usar Windows a nivel medio (lo justo para que le digas “Herramientas administrativas” y sepa dónde ir a buscarlas). Ya aprenderá.

 

El día pasa con tranquilidad, y casi a última hora decido volver a conectar el teléfono y desatrancar la puerta. Reviso el correo y tras solucionar cuatro gilipolleces que me habían pedido, me centro en una incidencia que creo que puede resolver el nuevo.

 

– Mira, ¿ves el correo de Cafeína?
– A ver… correo… -todavía le cuesta asociar correo con Outlook al chaval-, Cafeína… sí, lo veo. ¿Qué pasa con él?
– ¿Crees que sabrías resolver lo que le pasa?- la más típica: “La impresora está estropeada”.
– Pues… no sé…
– Vale, imagina una cosa: estás solo. Si no lo resuelves tú nadie lo hará. Y hay que resolverlo.
– Vale…- jo, qué poca determinación por Chuck…
– Venga, por ser la primera vez voy a ayudarte.- me levanto y me pongo a su lado.- ¿Qué es lo primero que hay que hacer?
– No sé, ¿ir a ver la impresora?
– Casi. Todas las impresoras son de red, así que ve al inventario, busca cuál es la que usa Cafeína y conéctate por IP a ella.
– Vale.- me gusta ver que sabe dónde ir a buscar el inventario, y localiza la impresora de Recursos Humanos rápidamente. Localiza la IP, la copia pero luego se va al Panel de Control a intentar agregarla a su equipo.

– No, a ver. Tienes la dirección IP. Lo que tienes que hacer es conectarte a su panel de configuración, no configurarte la impresora para ti. Abre un explorador web y pon la IP en la barra de direcciones.
– Aaaahhhhh….- abre automáticamente Internet Explorer. Yo le golpeo en la mano del ratón.
– ¡Tsschhh! ¡Caca! ¡El explorer es el mal!
– Vale, vale, ¡jajajaja! Qué manía le tenéis los informáticos.
– Tú ya eres informático.- se me queda mirando con la boca abierta. La cierra. Se ha dado cuenta.
– Bueno, entonces con Chrome.- mete la IP y accede.
– Vale, ¿ahora qué?
– Ahora mira qué le pasa a la impresora. ¿Ves ese rectángulo con letras rojas que pone ATASCO DE PAPEL? Pues ese.
– Vale, pues ya está, ¿no?
– No. Ahora que ya sabes qué le pasa a la impresora tienes que arreglarlo. Anda, vamos para allá.

 

Así finalizó el primer día de mi primer esbirro en esta empresa. No es que el chaval sea un crack ni mucho menos, ni tampoco veo potencial por el momento, pero con un poco de buena voluntad es algo que podremos ir puliendo poco a poco.

 

Al día siguiente, mi querido StromTrooper97 llegó a la oficina con la indumentaria reglamentaria: vaqueros, zapatillas y una camiseta de Star Wars. Como debe ser. Eso sí que lo ha aprendido rápido, el jodío. A lo largo de la primera semana y parte de la segunda, de hecho, demostró tener un amplio repertorio de vestuario ambientado en la Guerra de las Galaxias.

 

Su formación incluyó alguna que otra visita al CPD, puesto que tuve que enseñarle equipos, servidores, para que sirve cada uno de ellos, qué se puede estropear, que SUELE estropearse o dar problemas y demás. Y mientas él hacía los deberes, yo me entretuve en uno de los pocos días tranquilos en hacer un bonito colgador para la pared, para dejar cualquier chuminada colgada cuando entras a la sala y, por supuesto, para colgar el hacha y el LART. Claro, también tuve que explicarle qué es un LART y para qué sirve, y contarle la historia del hacha.

 

Y así pasaron las semanas. Al final, el tipo comenzó a coger soltura y ya se dedicaba, con independencia, a resolver las incidencias más básicas, por lo que me quitaba bastante morralla de por medio y en resumidas cuentas hacía la labor para la que fue contratado: liberarme a mí de carga de trabajo, especialmente de las estupideces sin importancia, que son la mayoría de ellas.

 

Ya veremos cómo se desenvuelve el día que yo esté de vacaciones y se quede solo, pero eso es otro cantar. De momento, ya estaba algo más descargado y tranquilo, cosa de agradecer después de tres años comiéndome todos los marrones yo, estupideces o no.

 

Así, llegó el día en el que consideré que estaba preparado y le proporcioné las credenciales del usuario administrador. Necesitaba que tocara temas de dominio y demás así que era necesario. Le prohibí expresamente utilizar esa cuenta salvo que fuera estrictamente necesario, le expliqué los peligros y que, en todos los casos, me consultar a mi primero antes de hacer nada. De vez en cuando todavía me duelen las cicatrices que me quedaron de la última vez que di una cuenta de administrador a la ligera.

 

Y entonces, se desató la tempestad.

La mayoría de vosotros, que lleváis tiempo leyendo mis historias, ya sois gente con experiencia. Y sabéis que la inexperiencia y el exceso de confianza son mala combinación. Esto pasa en la informática y se puede extrapolar a cualquier situación: desde un conductor novel hasta un agente de bolsa. El exceso de confianza nunca es bueno, ciertamente, pero cuando se combina con la inexperiencia es una bomba de relojería.

 

Creo que alguna vez ya os he contado que tenemos sedes en otros países, con VPN creadas a través de Fortinet. Además, en uno de estos países donde tenemos una sede bastante grande, tengo montadas dos líneas por si acaso: una fibra con un operador, y otra línea de 50 MB por cobre con otro operador distinto. Así, en el caso de que falle la fibra, tengo otra tecnología diferente y en otra central distinta, de manera que si falla una no tiene por qué fallar la otra. El problema es que éste operador de cobre no ofrece la posibilidad de contratar IP fija, así que en su día tuve que buscarme la vida para poder configurarlo y dejarlo estable pase lo que pase. La respuesta al problema ya os la imaginaréis: DNS dinámica. Pero claro, esto son entresijos que fui haciendo cuando surgió la necesidad, se quedaron configurados y funcionando y no hizo falta volver a tocarlos.

 

Un buen día, tuvimos un problema grave relacionado con el servidor de correo y unas black list, así que andaba yo liado y peleando para solucionarlo. Y como buenos amigos de Murphy, ese día las comunicaciones con esta sede grande fallaron: el primer operador, el de fibra, había tenido una avería en la central y no teníamos servicio, pero por suerte el sistema balancea automáticamente y la comunicación salía por la línea de cobre. Hasta ahí, todo bien. La parte mala es que como yo estaba muy ocupado ese día, StormTrooper97 estaba encargándose de todo. Porque ya llevaba dos meses en la empresa y lo controlaba todo perfectamente. Por lo que me había demostrado, yo le creí capaz, así que me centré en lo mío. Primer error.

 

En un momento dado, StormTrooper97 se levantó de su sitio y se dispuso a salir del despacho. Levanté la vista pero no hice mucho caso, pensando que iría al baño o a fumar un cigarro. Pasaron los minutos y no volvía, pero yo andaba todavía liado y a punto de solventar el error así que seguí a lo mío. Segundo error.

 

Un rato más tarde, por fin logré solucionar el problema con el correo, y fue cuando me puse a revisarlo después de varias horas sin hacerlo. Me alarmó ver cientos de alertas en monitorización, pero no por la cantidad puesto que como teníamos la línea principal de la otra sede caída la monitorización me mandaba una alerta cada 5 minutos, sino porque hacía unos 30 minutos estaban llegando el doble de alertas, ahora de las dos líneas de la otra sede. Mala cosa. Compruebo comunicaciones, la línea de fibra sigue sin responder pero la DNS dinámica sí responde. Eso me tranquiliza un poco, pero mi sentido arácnido está mandándome mensajes en forma de fuegos artificiales, así que me levanto y bajo abajo a buscar al pimpollo.

 

Me encuentro la puerta del CPD entreabierta, pero entro y no hay nadie dentro. Anoto mentalmente darle con el LART por dejarlo así, accesible a cualquier luser. Salgo fuera y me le encuentro en la puerta echándose un cigarro tranquilamente.

 

– Buenas.
– Hola, ¿qué tal? ¿Ya has solucionado lo del correo?
– Sí, ya está. Oye, una cosa… ¿qué andas haciendo en el CPD?
– Estaba intentando solucionar el problema de comunicaciones en México.

 

En ese momento noto como la yugular empieza a tener demasiada sangre a la altura del cuello. Saco el paquete de tabaco y me enciendo yo un cigarro para templar los nervios.

 

– Y, ¿me puedes explicar qué puedes hacer tú desde aquí para solucionar una avería en una central de fibra de otro país?
– Nah hombre, estaba solucionando lo de la otra línea. Es que llegó un correo diciendo que iba muy lento.
– La otra línea está funcionando perfectamente. Es normal que te digan que va lenta porque de 500 Mb simétricos han pasado a una línea de 50/3 Mb.
– Ah, pues será eso.- pone cara de preocupación.- bueno no te preocupes, que en seguida deshago lo que he hecho.
– ¿Qué es lo que has hecho?- respondo poniendo cara de pocos amigos.
– He visto que la línea estaba bien, así que he conectado la línea de VPN a otra boca del Forti.

BRA-VO. Porque a un técnico superior en telecomunicaciones no le enseñan que cada una de las bocas de un firewall tiene su propia configuración específica.

– Tira para el CPD a la de ya, que te voy a contar cuatro cosas.- digo mientras apago el cigarro y abro la puerta para dejarle pasar delante.

 

Llegamos al CPD, y según pasamos cierro la puerta detrás de mí. No sea que se escape el frío. O se escuchen los gritos.

 

StormTrooper97 se acerca al rack de comunicaciones, y empieza a mirar alternativamente a las conexiones del Fortigate y a su cuaderno de notas. Yo, pasito a pasito, me voy acercando al colgador de la pared sin hacer ruido.

 

– Oye, Storm… ¿tú sabes lo que es un BOFH?
– No, ¿qué es?
– Pero sí que sabes lo que es el LART porque te lo he contado antes, ¿verdad?- le digo con voz dulce mientras me acerco a él por la espalda.
– Sí, el látigo ese de mentira.- responde girándose con media sonrisa en la cara.
– Bueno, la lección de hoy es doble. Primero: no toques las cosas de un BOFH. Segundo, el LART no es de mentira, y le puedes llamar Doncella.
– Oye, ¿qué haces con eso en la mano? ¿Y qué son esas pupilas llenas de intenciones homicidas? Eh, para… ¡en serio!

 

¡¡¡¡¡AAAAAAGGGGHHHHHHHHHH!!!!!!

MWAAAAHAHAHAHAHAHAHAHA

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