miércoles, 23 de febrero de 2022

Historias cortas BOFH: las cárnicas

Hace ya años, cerca de dos lustros, que abandoné -espero que definitivamente- la industria de las cárnicas (nota: no confundir con la industria cárnica). Sí, hablo del Equipo A. Y mira tú, leyendo por ahí me he topado con que este Equipo A es considerada la sexta empresa que mejor trata a sus empleados. No se lo creen ni ellos, y para ilustrarlo me he decidido a escribir este pequeño relato con varias de las situaciones acontecidas mientras trabajé ahí. Nótese el hecho de que, en este caso, no son historias inventadas ni basadas en hechos reales, sino situaciones reales.


Situación 1: ¿tienes frío?

 

Estaba yo en un helpdesk solucionando gilipolleces vía telefónica. Sí, de esos de 24x7x365 en los que cobras 730 miserables euros. De esos justamente. Era invierno, no recuerdo cuándo exactamente pero de esos inviernos que hacía frío de narices, y lógicamente en la oficina estábamos con la calefacción, así que las chaquetas estaban colgadas en un perchero.


Dado que era un 24×7, trabajábamos a turnos, es decir, que cuando daba la hora, llegaba mi compañero del siguiente turno y me daba el relevo poniéndose en mi ordenador. Todo normal. Hasta que llegó un día en el que, llegado ese momento, mi compañero estaba en la puerta todavía porque le pararon para preguntarle algo, pero yo al verle cerré mi sesión, me levanté, y me estaba ya poniendo la chaqueta cuando el jefecillo demigrante de turno me soltó la perlita:

 

– ¿Qué pasa ManOwaR? ¿Tienes frío?.- en ese momento se me quedó el culo picueto… pero vamos a ver, ¡si es que me tengo que ir yo para que pueda empezar mi compañero! Por suerte, y esto ya lo sabéis, nunca he sido una persona que se quede callado ante cosas como estas.
– Ahora mismo no, pero en la calle sí y yo me marcho ya. ¡Hasta mañana! (nota: era ya la hora de salida pasados tres minutos).

 

Situación 2: “Hacer un ManOwaR”

 

Después de pensarlo en frío, la situación 1 me tocó los cojones sobremanera, así que tomé la decisión de que a partir de ese momento iba a hacer mi horario de manera estricta. Esto significa que dejaría de entrar a menos 15, entraría a menos 1 minuto, justo para estar listo para trabajar a en punto. Y lo mismo a la hora de salir, a en punto me estoy levantando y marchándome. A esto hay que sumar que nada de horas extras ni trabajo fuera de horario que no sea correctamente remunerado. Como debe ser, al fin y al cabo.

 

De entre los compañeros, había una persona, llamémosla Maritere, que era la típica que de sistemas no tenía ni puta idea (pero ni puta idea, de verdad, como ni puta idea tenía nadie de cómo había llegado a ese trabajo), pero de hacer PowerPoints y dorarle la píldora a los jefes podía hablar ex cátedra. Por supuesto, la hicieron algo así como la sub-responsable del departamento. Y claro, mientras los curritos estábamos a turnos de mañana, tarde y noche, ella hacía horario de oficina, es decir, de 9 a 18h. No obstante, jamás salía a las 18h porque (palabras textuales) “quedaría feo”. Así que se tiraba en la oficina hasta las 19h o incluso más tarde leyendo diarios online. Porque “quedaría feo” irse a su hora.

Lo grave de esto es cuando un día, estando yo delante, dijo algo así como “hoy voy a hacer un ManOwaR”. Y claro, se lió.

 

– ¿Y qué es “hacer un ManOwaR”?
– Ay, jaja (inserte sonrisa falsa aquí), es que hoy me voy a mi hora.
– Y llamas “hacer un ManOwaR” a salir a la hora que debes, ¿no?
– Sí, jijiji (inserte sonrisa más falsa todavía aquí).
– Yo a eso lo llamo irse a su hora y no quedarse en la oficina leyendo el Mundo y el País por aparentar que se hace algo.
– ¡Pero bueno! ¡¿Me estás diciendo que no hago mi trabajo?!
– De manera bastante directa, sí. O me dirás que eres super productiva cuando te quedas hasta las tantas leyendo periódicos online. A ver si te crees que los demás somos tontos y no vemos nada.- a todo esto, el jefe mirando muy interesado.
– ¡Mira, no tengo por qué aguantar esto!
– Pues ale, haz un Maritere y vete a llorarle al jefe.

 

Eso hizo. A mi me echaron la bronca y amenazaron con abrir un expediente por faltarle al respeto. Yo alegué con datos empíricos, pruebas (historiales del firewall entre otras cosas) y estadísticas de trabajo que simplemente puse de manifiesto la realidad. Pero Maritere debía ser realmente excelente dorando la píldora, porque una semana después me sacaron de ese cliente para mandarme a otro (aunque como sabréis si habéis leído mis historias anteriores, luego tuvieron que volver a llamarme para que les sacara del pozo de mierda en el que se habían metido).

 

Situación 3: El Mobbing laboral

 

Esta seguramente os suene, ya que hice algunas entradas al respecto. No me voy a enrollar mucho (que para eso os he enlazado la entrada, para que la leáis si queréis), pero la situación real aquí fue cuando escuché de pasada al jefe decirle al resto de compañeros en la parada para desayunar que “no le dirijáis la palabra a ManOwaR si no es para darle más trabajo”. Grabado en la retina lo tengo.

 

Anexo: situaciones misceláneas

 

Como os podréis imaginar, a lo largo de tantos años en una cárnica fueron muchas, muchísimas las situaciones de este tipo por las que tuve que pasar. Y como yo, cientos de personas, seguramente miles. Pero es lo que hay con las cárnicas:

 

– No, no te ha subido el salario porque la subida la absorbe el “plus de convenio”. Aunque sea un puto cuatrienio.
– No, no podemos darte vacaciones esos días porque todo el mundo los quiere. Aunque yo sea el más antiguo y nadie hubiera pedido esos días antes.
– Mira, que hoy tienes que ir a tal cliente que está nosedónde, y mañana a ese otro en atomarporculo. Y no, no te vamos a pagar dietas ni desplazamiento. Ah, y más vale que seas puntual.
– Tienes que hacer esto que para eso te pago. Que para la mierda que te pagan, ganas te dan de mandarles a cavar patatas a Murcia.
– Que esto se hace así porque lo digo yo, que para eso soy el jefe, y si no te gusta ya sabes dónde está la puerta. Pues buenos días, adiós.

En fin, este post ha sido un poco de desahogo por recordar toda la mierda que tuve que tragar en esos años. Por eso, si a día de hoy veo un currículum de un candidato que ha pasado varios años en una cárnica, para mi ya tiene un punto a favor: perserverancia y aguante. A raudales.

Un saludo a todos los que empiezan siendo informáticos y las cárnicas les convierten en BOFH.

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