miércoles, 23 de febrero de 2022

Nada hay bajo el sol que no tenga solución: el preludio

Resulta que mis vaticinios se hicieron realidad… más o menos. El señor Nicorto dejó de venir a la oficina sin explicación alguna de nadie, y a los pocos días el señor Martínez me llamó a su despacho para decirme que subiera mis cosas, que ahora yo sería el nuevo responsable del departamento. Como es lógico yo le dije que estoy más cómodo en el Zulo de los BOFH, y misteriosamente no me puso ninguna pega.

No me puso ninguna pega salvo por el hecho de que al parecer se iba a incorporar una nueva persona de sistemas y necesitaría el puesto donde me encontraba yo actualmente. “Tú verás”, me dijo. Vaya tesitura: yo personalmente prefiero el trabajo de campo, y estar abajo con los compañeros dando el callo. No soy una persona a la que le guste estar solo en un despacho muriéndose del asco pero pareciendo importante. No obstante, no había sitio físico para otro puesto abajo, así que por cojones me iba a tocar subir…

 

Pero ahora es cuando viene la jugada. Al día siguiente fui para arriba, a preguntarle al señor Martínez cuál sería mi puesto de trabajo, a lo que me respondió que “Ya no hace falta que subas”. Claro, extrañado le pregunté que por qué, y aprovechó la coyuntura para presentarme, todo sonriente al “nuevo responsable de sistemas, que ya está ubicado donde estaba antes Nicorto”. Con dos cojones, me habían hecho la cama sin comerlo ni beberlo, y me tocó los bastante los huevos la lozanía con la que se comportaba el señor Martínez, como si el haberme hecho esta putada le hubiera alegrado el día.

 

Nuevamente, repito que soy una persona muy estoica, y si me pagan como a un CIO por hacer de BOFH por mi bien, así que, estoicamente, continué con mi trabajo normal en los días siguientes. Hasta que llegó la primera nómina: la nómina de un BOFH, no la de un CIO. Y, evidentemente, no la que yo firmé en el contrato. Esto sí que no.

 

Llamé inmediatamente a RRHH para preguntar qué había pasado, y me respondieron que todo estaba correcto, que mi sueldo era X/2, donde X es el salario que yo había firmado. Dejando de lado la ilegalidad de este hecho, fui ipso-facto al despacho del señor Martínez para pedir explicaciones, pero justamente ese día no había venido a la oficina. Ni al siguiente, ni al otro… no apareció por la oficina en toda la semana. Alucino.

 

Bueno, pues si me pagan la mitad de lo que yo firmé, entonces trabajaré la mitad: decidí quedarme en mi casa en los días siguientes, hasta ver si alguien me echaba de menos y me llamaban para ver dónde estaba. Y sí, alguien me echaba de menos, pero no la persona de quien yo esperaba la llamada….

 

– ¿Diga?
– Hola ManOwaR, soy 
$Boss, no me cuelgues por favor.
– Hombre $Boss, ¿qué tal? ¿a qué debo el placer de tu llamada?
– ¿Qué tal te va en tu nueva empresa?.- Huyuyuyyyyy…
– Fantástico, es un entorno de trabajo idílico… ¿por?
– Mira es que, quería preguntarte…
– Dispara.
– ¿Hay alguna posibilidad de que vuelvas?
– Pues está complicado, muchísimas cosas tendrían que cambiar. Además, ¿no se quedó ST97 con las riendas de todo?
– Ya, pero también se marchó. Luego contratamos a otros dos tipos que no valían. Estamos desesperados.- Ay, no deberías de haber dicho eso…
– Entiendo. Pues tengo que pensarlo, $Boss.
– Claro, claro, lo que necesites. Llámame cuando quieras.
– Bien, así quedamos. Talué.

Clac.

 

Madremíademivida que me ha tocado la lotería. O no. No sé yo hasta qué punto será bueno volver a un trabajo que dejé por propia voluntad porque estaba comiéndome la vida. Y es que, tras dejar el trabajo, me di cuenta de que el $Boss es en realidad un Dementor™ como los de Harry Potter, porque le come la vida y el ánimo a todo el que está a su alrededor.

 

Muchas horas pasé dándole vueltas al asunto. Desde luego, no me gusta nada el panorama actual en BDB. El trabajo mola, pero la localización es un asco, el jefe es mongolito y encima me la están jugando con el sueldo. Y ya se sabe que el sueldo y las vacaciones son intocables para un trabajador (o deberían serlo). Así que me hice una lista de cosas que quería para volver a mi antiguo trabajo, las escribí en papel, y marqué el nombre de $Dementor (creo que a partir de ahora le voy a llamar así…).

 

– Hola Dementor, soy ManOwaR.
– ¡ManOwaR! ¿Ya te has decidido?
– Sí. Acepto reincorporarme a tu empresa, pero con una serie de condiciones.
– Claro, claro, lo que necesites.
– De antemano te aviso que ninguna de ellas es negociable, aunque todas ellas son razonables y necesarias.
– Vale, dime a ver…
– Para empezar, ya que vivimos en un mundo de titulitis, quiero ser el CTO/CIO de la empresa.
– Vale, es lógico.
– Ser CTO/CIO de la empresa implica que me vas a asignar un presupuesto anual, y yo voy a decidir en qué se invierte. Sin intermediarios y sin pegas. Yo y solo yo decido.
– Bueno, eso tendremos que hablarlo con finanzas….
– Con finanzas hablaremos del importe del presupuesto, no sobre quién decide sobre él.
– Vale, me parece razonable. ¿Algo más?
– Evidentemente, quiero un sueldo acorde a la categoría profesional.
– ¿De cuánto estamos hablando?
– De X + 30% (donde X es el sueldo que cobraba cuando trabajaba ahí. En BDB sería 2X según lo que firmé y que luego no respetaron; podría haber pedido 2X pero conozco la situación financiera de la empresa y sería inviable).
– Vale, me parece bien.
– Y quiero un esbirro. Una persona que pueda realizar el trabajo de campo e incluso suplirme cuando yo no esté. No hablo de alguien provisional, sino de alguien fijo, que el departamento seamos dos a partir de ahora.
– Vale, es lógico también. ¿Algo más?
– De momento eso. ¿Tenemos acuerdo?
– Tenemos acuerdo. ¿Cuándo puedes venir?
– 15 días, es lo mínimo para dejar mi actual trabajo. En ese tiempo podrás preparar el contrato e ir pensando sobre el presupuesto.
– Vale, de acuerdo. Pero, ¿no podrías pasarte antes para ayudarnos con unos problemillas críticos?- ya estamos.
– Podría. Pero 100 euros la hora y me lo metes como bonus en la primera nómina. Y firmamos un precontrato en cuanto llegue.- que paso de arreglar las mierdas que les pasa y que luego me den la patada.
– Joder, me vas a salir caro.
– Es usted quien me ha llamado. Todavía estamos a tiempo de cancelar el trato si no está de acuerdo con las condiciones.
– No, no, vale… ¿cuándo puedes venir?
– Mañana por la tarde, cuando salga de trabajar, voy para allá.
– De acuerdo, ¡gracias!
Clac.

 

Ni tan mal. Ahora tengo 15 días para pensar cómo va a ser mi salida de DBD. No va a ser bonita, y no les va a gustar…

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